El Origen de los Dragones

Desde pequeño, siempre supiste sobre los dragones. ¿Qué es lo que sabes de ellos? Te enseñaron que eran malos, o alguno tal vez eran buenos, estaban los que largaban fuego o los que podían cambiar el tiempo. Siempre fue algo que estuvo a completa imaginación tuya, ¿Nunca dibujaste tu propio Dragón? ¡Tal vez tenía muchas escamas y una larga cola, con forma de flecha o no, nunca se sabe!

Ubiquémonos en el tiempo, hace miles de años atrás, no se puede marcar con exactitud una fecha pero en aquel entonces la Tierra apenas comenzaba a poblarse. Lawrenz era un simple humano, no demasiado alto y que tenía los cabellos tan oscuros como la noche, formaba parte de una familia que lo tenía como el líder nato, tal y como sucedía en aquella época. Aprovechaba las ventajas que Dios había dado para sembrar la tierra y cosechar su propia huerta, podríamos decir que Lawrenz era una especie de granjero y fueron bastante los años que pudo sobrevivir gracias a ello, hasta el día en que la sequía se apoderó de la zona. La desesperación fue la principal razón por la cual una junta se organizó, no había precisamente una multitud ahí pero las voces sonaron fuerte contra los plebeyos, no había una posibilidad para elegir. Y sólo una persona podría arriesgar su vida para darle al pueblo una solución, que además, no sería definitiva.

Debes recordar, que en esta época las personas que coexistían eran muy fieles a sus creencias paganas y por supuesto a las religiosas. Todo lo que había que hacer era esperar el dichoso milagro que consistía en despertar a un ser que permanecía dormido desde hacía miles de años, y todo parecía ir bien, y te preguntarás ¿cómo puede arriesgar su vida? Pues, para encontrarlos debías buscarlo bajo aquel majestuoso manto azul.  Los nervios invadieron al joven, pues no existían métodos tecnológicos que lo pudieran respaldar. Entonces, los rumores del pueblo hablaban de una nueva forma humana, una que podía transformar su cuerpo en aquello que desearas, o por lo menos eso se decía, y todo a cambio de un favor, resultaba sencillo ¿no? Lástima que así no lo fuera.

Semanas fueron las que se tardaron en finalmente hallar a Haven. El susodicho provenía de una generación de Magos que eran capaces de modificar el cuerpo a su propia voluntad, podían transformarse en el ser que se les ocurriera, pero eso involucraba el uso de demasiada energía vital, algo que podría acabar en cuestión de minutos con la vida de él.


[...] “Dicen que en el fondo del mar un ser milagroso permanece dormido y es quién nos podría salvar.”
“¿Por qué has recurrido entonces a mí?”
El pueblo dice que tu ayuda sería indispensable aquí. Que con un as bajo la manga la sequía acabaría al fin. ¿Te encuentras dispuesto a ayudarme?
Te ayudaré... A cambio de un favor.
¿Cuál es ese favor?
Medicina.” [...]

La madre de Haven poseía una peligrosa enfermedad, una planta en específico podría salvar su vida pero ésta crecía a miles de kilómetros de donde el pueblo se encontraba. Fueron noches que parecieron eternos, días que resultaban más cortos de lo que parecían. Y pese a ello, el extremo calor, el incesante malestar Lawrenz finalmente dio con aquella ansiada planta. Le llevó alrededor de 14 días ir y volver. Para entonces la situación en el pueblo comenzaba a agravarse demasiado, pequeños incendios forestales amenazaban con destruir lo poco que había ahí, los cultivos se extinguían y el ganado desaparecía. Ya era hora de actuar.

“He arriesgado mi vida por ayudar a mi pueblo y por la salud de tu madre. He cumplido mi parte del trato. Es tu turno.
Cumpliré cualquier orden. Me transformaré en el animal que desees.
Transformarte en un pez y trae al ser que permanece dormido en las profundidades.”

Las palabras resonaron fuerte y entonces así sucedió. Un animal apareció y con la elegancia propia de la especie desfiló por las masas de agua acumulada. La esperanza permanecía aun en cada habitante del pueblo. ¿Cuántas horas pasaron? No demasiadas, su condición física nunca resistiría demasiado y era necesario que actuaran con agilidad. El agua comenzaba a escasear y sólo el dicho ser los salvaría. Pero nadie se imaginaba que tuviera tan agitado despertar.

Una bestia. Sí, eso era.

De un color blanco azulado, la piel le recubría una capa de escamas  en su totalidad. Ojos azules, de imponente semblante. Había nacido de una gota del oceano, con un poco de esa magia especial que Haven poseía. ¡Podía volar! Sus alas se desplegaron de su espalda para elevarse en una grandiosa danza aérea. Majestuoso, temible y respetable aquel animal había permanecido dormido una eternidad y ahora nacía de las profundidades del mar para que una nueva esperanza de vida apareciera. Una esperanza hecha gota de agua, una esperanza hecha tierra fértil. Nada podía ser mejor. Las lluvias adornaron el pueblo durante dos eternas semanas, nada que pudiera producir un riesgo ahora por inundación. Las raíces creían fuertes y seguras a la espera de un nuevo amanecer. Todo parecía volver con calma a la normalidad, la vida siguió con la misma corriente que había llevado hasta antes de que todo esto sucediera. Pero... ¿qué había sido eso? Además, Haven había desaparecido. El joven de cabellos negros se obligó a visitarlo, debía agradecerle como se debía a pesar de que se encontraban a mano gracias a un trato.

Una vez aquel sentimiento de felicidad reinó, Haven cayó gravemente enfermo. Había exigido demasiado su cuerpo, y le costaría la vida poco tiempo después. No hubo mucho que nadie cercano pudiera hacer salvo esperar. Ya nada lo podría salvar.


[...] “¿Te dijo algo estando tu abajo?
Sí, me dijo que era un dragón...