Grupos de personajes

Los adultos son tan inseguros... Aunque la verdad es que tampoco les pueden culpar por ello. Los alumnos están convencidos de que son mejores y más listos que la mayoría de ellos y, mejor aún, ¡son jóvenes! Odian cuando les hablan con tono de superioridad, como si tuviesen una mente infantil.

De cualquier modo, su verdadera vida se encuentra en el lugar donde pasan casi todo su tiempo: la escuela. Son estudiantes de primaria o quizá secundaria, un joven cuya mente es capaz de absorber información de forma rápida y eficiente aprendiendo muy rápido sus lecciones… o quizá eran simplemente otro de aquellos cabeza dura que deben escuchar 100 veces lo mismo antes de aprenderlo; más probablemente son simplemente chicos normales que viven cada día en la escuela intentando adaptarte y sacar lo mejor de la situación.

Sin embargo, su cuerpo está entrando en la pubertad y, aunque intentan luchar contra ello, son esclavo de las hormonas bombeadas a través de su joven sistema. Si a eso le suman los exámenes y el mantenimiento de su vida y estatus social en la escuela, todo puede ser bastante agotador y complicado.

Nota: La edad máxima de este grupo es de 17 años, inclusive.

Desde un tranquilo sabio, repartiendo el conocimiento de las edades entre calada y calada de su pipa, hasta un niño en el cuerpo de un adulto, incompetente en todo salvo en alto germánico de la Edad Media, y jactancioso y mezquino en ese tema que lo hacen ver como una persona inmadura. O, incluso, puede que se trate de lo segundo, pero que crean ser lo primero, para disfrute de quienes le observen. En definitiva, existen muchos tipos de profesores en todos los niveles de estudio, y nunca se encontrarán dos idénticos en la faz de la tierra.

Pero, al fin y al cabo, sea como sea, la misión siempre es la misma: moldear las mentes jóvenes, ávidas de conocimiento, para conseguir que sean el futuro del que todo el mundo suele hablar. Todo alumno necesita alguien que les sirva de guía y les enseñe todo lo que se supone que deben saber para el porvenir. Sin embargo, la realidad puede ser bastante diferente que en idílico mundo en donde los alumnos idolatran a su profesor y siguen sus enseñanzas al pie de la letra, chiquillos malcriados, agresivo e incluso violentos, gente que no se interesa en aprender pueden ser obstáculos importantes o cosas que hacen que la motivación de cualquier profesional flaquee a veces.

Puede que su vida entera haya estado dedicada a un campo de estudios que pocos entienden o siquiera aprecian: drama isabelino, teología bizantina o incluso geometría no-euclidiana, sólo los demás eruditos comprenden y comparten su obsesión. Han pasado años enfrascado en sus estudios hasta conseguir un título... ¡O un doctorado! Pero también se encuentran aquellos que han abandonado sus estudios superiores, desilusionados por los obstáculos académicos que debían sortear y conformándose nada más con formar parte de lo que muchos consideran el escalón más bajo de las profesiones.

Quizá trabajen como profesor para una universidad y pasen las horas no lectivas en la biblioteca o en su despacho, buceando en las oscuras minucias de su campo. Quizás una escuela primaria sea su templo de erudición, o quizá simplemente sea un profesor particular, encargándose de aquellos que no comprenden a los titulares. Es posible que tengan la suerte de disponer de una beca de investigación que les permita dedicar todo tu tiempo a lo que les interesa. Pero da igual, su trabajo nunca termina: siempre hay otra nota a pie de página que rastrear, siempre hay una consulta que atender, siempre hay un nuevo alumno a quien enseñar.

A salir del instituto o la universidad, empezaron en un trabajo en prácticas. Por aquel entonces, toda su vida se centraba en ascender, alcanzar mejores departamentos, lograr que los eligiesen para un trabajo en el extranjero y llegar a ser un ejecutivo en algún momento de sus vidas. Han ascendido rápidamente, poniendo unas cuantas zancadillas por el camino. Han puesto toda su vida en su negocio, en su inversión o en los bienes familiares y nadie va a quitarles eso, ni amigos, ni familia, ni enemigos… No sin luchar antes.

Luego de mucho esfuerzo, o quizá muy poco si provienen de una familia acomodada, lograron obtener un buen puesto y el dinero ya ha comenzado a fluir, decir que son simplemente millonarios sería algo demasiado vulgar y simplista, son más que eso, lo que tocan se convierte en oro ya que son expertos en sus campo, sea cual sea éste. Quizá son unos genios en los negocios, quizá un maestro al predecir el mercado de valores o quizá simplemente saben como sacarle provecho a su cara bonita para obtener cada cosa que deseen sólo con un chasquido de dedos.

No dudan en utilizar todos los medios a su alcance para conseguir lo todo lo que desean. Pobres de los que se interpongan en su camino... Su autoestima depende en extremo de la estima en que los tengan los demás, y ésta depende por completo de su posición, salario y funciones en la compañía o negocio del que obtengan sus ingresos. Cualquiera podría decir que son codiciosos, avaros y demasiado mezquinos pero al final del día saben la verdad, saben que es su billetera la que está llena y, también, el que tiene todos los lujos en su hogar. ¿Quién tiene la razón, entonces? Obviamente, el dinero la tiene... y ellos tienen el dinero.

Una ciudad no es nada sin su gente. Habitantes, gente común y corriente que pasa su día a día intentando llegar a final de mes y mantener a su familia o a si mismos. Desde jardineros hasta camareros, cubren cada parte de los rubros, realizando los trabajos que la gente rica no quiere hacer. Son la sangre de la ciudad, transportan lo que ella necesita y la hacen vivir. Individuos sin rostro ni nombre, probablemente ni siquiera importantes, pero existen. ¿Es ésta una buena vida?

Quizá todo lo que les enseñaron sus padres y su generación es un error. "Ve a la universidad, consigue un título, y encontrarás un buen trabajo. Sólo hace falta preparación y motivación." Y cinco años después, ¿qué es lo que tienen? Una elegante hoja de papel con algo escrito en latín, ningún trabajo, y la financiera de su préstamo estudiantil, que está comenzando a llamar para cobrar el dinero que les corresponde y que no se pueden olvidar de todo aquel crédito fácil mientras eras un estudiante. Todo vuelve para amargarles la vida.

O quizá las cosa son son así, quizá lo que les enseñaron sí que tenía sentido, que los consejos y los años en la universidad si dieron frutos al final; lograron salir adelante, luchando contra la adversidad y cumpliendo sus metas; sí, puede que no sean millonarios, un artista famoso o alguien que firme autógrafos pero tienen su hogar bien construido y pueden traer comida a la mesa todos los días, quizá hasta hayan formado una familia y hayan encontrado aquella esquiva felicidad, lo que han forjado es sólido y se necesitaría demasiado para destruirlo; y esa es su fortaleza.

Sin importar si son ciudadanos modelos, uno más de la masa sin rostro que trabaja de sol a sol o un simple habitante que tiene una vida tranquila y feliz, su fuerza de voluntad y su perseverancia les ayudan día a día a seguir adelante, porque no hay ningún otro tipo de persona que haga lo que ellos hacen: construir su propio destino con sus propias manos.

Celebridades los hay de todos los tipos, desde los engreídos y egocéntricos hasta los bienaventurados que escogen compartir su fortuna con aquellos que lo rodean y no temen relacionarse con los ciudadanos, ventilando todas sus vidas a los medios con tal de obtener un minuto más de fama que no saben cuándo puede acabar. Viven al máximo, intentando sacar partido de su situación. Se dan cuenta de que gran parte de su fama depende de lo bien que la exploten, y procuras no caer en el tedio.

Son conocidos por el público, algunos los aman y adoran, mientras que otros los desprecian y consideran un
oportunista sin talento que pronto será olvidado. Su éxito hasta ahora ha sido una casualidad y ni siquiera están seguros de cómo es que han llegado tan lejos (aunque en público lo atribuyen al trabajo duro y sin descanso). No saben cuándo acabarán sus 15 minutos de fama, así que intentan que cundan lo máximo posible.

Cualquiera que se lleve a la luz pública puede ser una celebridad: escritores, músicos, modelos, ídolos juveniles. Incluso puede que los subestimen y los aprecien sólo por algún rasgo superficial y transitorio. Para las celebridades es difícil cambiar de imagen: a un ídolo quinceañero le puede costar mucho convertirse en un actor o cantante respetado... Es por eso que quizá toda su fama pueda esfumarse antes de que se den cuenta. Ésta es la verdadera razón de su forma de vida.

La fama puede ser una dama verdaderamente traicionera y es mejor estar siempre un paso adelante, buscando innovar y sorprender a las cámaras, pero por las dudas por supuesto que tienen planes para el futuro. Siempre hay una serie de televisión en fase de desarrollo, y están negociando sus memorias con un editor. Hay un reportaje fotográfico sobre ellos en la revista Interview del mes que viene. Al final del día, siempre hay mil y un cosas que hacer y a veces les parece que no pueden irse a la cama sin haber sido expuesto a una buena ración de flashes directamente de las cámaras. Es una forma curiosa de vivir pero les encanta. La pregunta es: ¿cuánto durara? Después podrán pensar en eso… mañana tienen cita con los reporteros a las 9.

En cada ciudad hay una guerra, no importa si es pequeña como un pueblo o gigantesca como una metrópolis; en cada una se libra una guerra secreta, oculta pero al mismo tiempo conocida por todos. Un bando es enorme, una serie de lacras de la sociedad, criminales, busca fortunas, incluso monstruos y seres inimaginables. Y en el otro bando están una serie de hombres y mujeres que dedican su vida a proteger a los demás. En ése bando se encuentran ellos.

Puede que parezca un oficio bastante noble y hasta poética pero en realidad puede ser bastante diferente y ellos, como miembro de las fuerzas de seguridad, están lejos de ser un noble guerrero. Quizá sean policías hastiados de romperse la espalda metiendo criminales tras las rejas para que investigadores incompetentes y fiscales ineptos los dejen salir horas después; quizá sean guardias de seguridad a quienes lo único que les preocupa es cobrar su cheque a fin de mes mientas se da unas buenas siestas de cuando en cuando mirando los monitores; quizá incluso sean guardaespaldas privados de algún famoso o celebridad que busca cumplir su trabajo por difícil y tedioso que pueda ser. Incluso existen verdaderos samurais modernos armados con revólveres, siendo fanáticamente leales a la seguridad de la familia a la que sirven.

Desde meros guardias de seguridad de edificios o personas importantes hasta policías metropolitanos, todo aquel que se encargue de velar por el bienestar y la seguridad de la población es merecedor de ser llamado miembro de la seguridad. Probablemente tienen rígidas opiniones acerca del crimen y su castigo, los criminales son sabandijas que han de ser exterminadas. Se sienten nostálgicos de los valores familiares tradicionales y cuidan de los ciudadanos modelos e inocente que son víctimas de los vándalos callejeros.

La mayoría de las veces, el culpable queda en libertad. Esto les sienta muy mal, pero lo único que pueden hacer es salir y seguir haciendo su trabajo, no es como si pudieran tomar la ley en tus propias manos... ¿o si? Trazan líneas entre policías, criminales y civiles, y todo va mejor cuando nadie las cruza. Cuando la ley y la justicia no se ponen de acuerdo es cuando ellos deciden donde está la línea.

Existen dos tipos de personas en este mundo: los que siguen y los que mandan; y ellos jamás serán del primer grupo. Probablemente descienden de una familia de gran fortuna y cierto prestigio; nacidos en una cuna de plata y siendo criados en el lujo, raramente tuvieron que trabajar para conseguir algo. Tienen un linaje de buena crianza y elevados valores y gustos. También existe la posibilidad de que se hayan forjado a si mismos, naciendo en un hogar humilde y dándose cuenta que la única forma en que las cosas podían cambiar es si alguien capaz y competente se hacía cargo de ello, alguien fuerte y decidido, alguien como... ellos mismos.

Para muchos, ellos y los de su clase son un mal necesario dentro de la sociedad. Usualmente se los conoce como personas corruptas, deshonestas, que lo único que buscan es engrosar sus bolsillos y... ¿Por qué no? Tienen a sus manos todo el poder, escudándose tras la excusa de que el pueblo los escogió para gobernar, mas no sólo se trata de presidentes y gobernadores, sino que aquí también se encuentran los senadores y diputado, y cualquier persona que ocupe los asientos de las asambleas que se realizan por el bienestar de todos los ciudadanos a los que representan

Algunos pueden considerarlos aburridos, quizá desdeñosos. En general, puede que no les guste mezclarse con el populacho o quizá son de esos políticos que se la pasan de pueblo en pueblo conviviendo con la gente ya sea por obligación o genuino deseo, buscando dar una buena imagen ante las masas. No importa lo torpe, atolondrados o impertinentes que resulten ser las personas, siguen siendo damas y caballeros, y les mostrarán un ejemplo a seguir. Deben hacerlo todo con estilo y elegancia; después de todo, ¿quién mejor para hacerlo mejor que ellos mismos? Nadie, ciertamente.