Bienvenida a la desgracia

Los momentos de felicidad eran tantos que pensaba que su vida podría terminar allí y de la mejor manera… Sin embargo, no todo es felicidad…
Dime cuanto has reído y te diré cuanto sufrirás… su vida, la vida del moreno… de por si no podría ir mejor, un casamiento que salía en todas las tapas de las revistas y diarios del mundo… pero, así como todo sube, todo debe bajar.

Nacimientos y muertes vienen de la mano. Al menos eso dicen y al parecer es así.
Nacieron en total 3 niños en la familia Osaki, Yuki, Setsuna y Sayuri. La familia Osaki crecía cada vez más, en cuanto a Natsuki, Alec y Yuki viajaron hasta Inglaterra en donde se habían estabilizado y formado su hogar, y con ello obviamente Ivo-san, él se había ido con la nueva rama de familia Osaki, era su deber legendario o al menos así había sido desde el principio. Ivo-san era un demonio que había pasado cuidando de las nuevas generaciones desde tiempos inmemoriales haciendo de “niñero” era un puesto ligeramente gracioso pero que marcaba que la familia iría por el buen camino y serían cuidados siempre, como lo había hecho con los abuelos, padres, el mismo Yasushiro y ahora sería el turno de Natsuki y el pequeño Yuki.

Aquello se estuvo preparando por un buen tiempo, incluso… incluso cuando Ryan murió. No había pasado mucho desde que había dado a luz, la depresión post parto había sido demasiado y había terminado con su vida de una forma que jamás pensó, el moreno de ojos esmeraldas estaba totalmente en Shock, Natsuki y los demás buscaron la forma de tranquilizar los llantos incesables del moreno, pero no hicieron más que profundizarse hasta el punto de casi morir… sin embargo debía vivir, tenía dos razones muy grandes para seguir con vida, Setsuna y Sayuri.

Pero el mundo es cruel, la vida lo es aún más. Fue un descuido, o quizás fue el terror, el pánico. ¿Un secuestro? ¿Un asesinato sin asesino y sin cuerpo? Sayuri desapareció y fue el golpe más duro que debió enfrentar Yasushiro luego de la muerte de su esposo. ¿Cómo siquiera podía cumplir con una promesa de cuidar a sus hijos? Sayuri desapareció, siquiera había rastros de que alguna vez realmente estuvo con él más que una habitación vacía y un corazón marchito que ya no quería palpitar. Pero al menos en Australia las cosas volvían a estabilizarse, o al menos de alguna forma pasable, las casas volvían a armarse, y los edificios a reconstruirse al igual que las calles y callejones, todo volvía a su gloria, menos la vida del moreno en donde todo se desmoronaba.

Al pasar del tiempo e incluso contratando a los mejores investigadores de Australia, Inglaterra, Japón, Rusia e incontables países más si quiera pudieron dar con una respuesta de donde estaba su hija, todos ellos le dijeron “Mejor recuerda a tu hija de la mejor forma, sonriendo.” Deseo morir mil y una vez más, pero alguien le necesitaba, Setsuna lo necesitaba más que nadie en el mundo, no tenía a nadie más. Al menos debía cumplir en poder cuidar a uno de sus hijos…

Parecía una maldición de nunca terminar, sus hijos jamás podrían saber lo que era tener una familia bien formada, odiaba aquello, pero haría lo mejor por su hijo, por su única familia en vida. Y bueno, no es como si Natsuki, Alec y Yuki no contasen, pero ellos estaban lejos, estaban haciendo su propia vida, y él… bueno, él se había quedado con una mansión vacía y un niño al cual educar. Sin embargo, ¿Cómo podía inculcar buenos sentimientos o buenas costumbres a un niño cuando siquiera lo sientes así? Debía fingir para que el pequeño Setsuna fuese alguien mejor que él y que los anteriores Osakis y Salvatore, debía imponer respeto, pero de una buena forma ¿A que sí?

Cambiar pañales, preparar biberones, cuidar de cualquier tipo de enfermedad que pusiese tocar a un pequeño, sin embargo, Setsuna crecía fuerte y rápido, incluso más fuerte que su hermano pudo crecer alguna vez, Setsuna siempre bebió sangre fresca incluso fue su primer alimento, ya no sería un niño débil como lo había sido Natsuki… Todo era difícil cuando un hombre solo debía mantener un hogar, un país, y sobretodo un niño… ya no tenía a Ivo-san para que lo ayudase, las cosas jamás fueron fáciles, pero ahora venía lo peor… ¿O no?