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La humanidad, temerosa de lo desconocido, siempre ignoró ciertos aspectos que daban vida a lo que originalmente se conoció como el universo. Así, la ineptitud siempre corrió a través de las fibras de cada ser humano, todo a causa de un cáustico temor que les impedía acercarse a lo irreconocible, para de esa forma, estudiarlo. Crueles y desconsiderados, apartaban aquello que pudiese considerarse como diferente, los aspectos que no eran socialmente aceptados en esas grandes comunidades de ignorantes individuos que a pesar de mantener cierta ciencia y discernimiento, evitaban la existencia de entes diferentes a ellos mismos.

Por tales motivos, los seres sobrenaturales eran sometidos, escabulléndose entre las sombras, huyendo de aquellos individuos que amenazaban su integridad. Así, calificados como una amenaza, eran perseguidos, torturados y asesinados, otros, eran sacrificados y muchos eran usados como una bandera de triunfo, para marcar la diferencia entre los dos mundos, el universo de los humanos y la sociedad mágica. La feroz humanidad superaba en número a quienes apenas podían subsistir en aquel mundo que había sido reclamado. De esa forma, las razas fueron obligadas a mantenerse ocultas, alejadas de aquellos que deseaban infringirles daño, desconociendo la evidente diferencia de poder entre ellos mismos y los otros más resguardando un cáustico temor originado por el odio con el que eran arremetidos.

Los entes sobrenaturales ineludiblemente, tuvieron que resguardarse entre las sombras, en los pequeños rincones del mundo, amparándose en la oscuridad y protegiéndose los unos a los otros de aquellos despectivos humanos que deseaban asesinarlos. Pisoteados y humillados, eran incapaces de admirar el potencial con el que habían sido bendecidos o maldecidos, de alguna u otra forma, manteniéndose ocultos, mientras los años avanzaban y las sociedades marchaban a través de distintas transiciones que marcaron la historia. Sin embargo, así como la humanidad evolucionaba, los entes sobrenaturales no podían quedarse atrás.

La diferencia de poder entre la humanidad y los entes sobrenaturales era descomunal, principalmente porque los primeros sólo podían contar con aquella compleja inteligencia que les permitía recrear ciertas tecnologías con las cuales, pudieran sobrevivir, pero que, a pesar de ello, tal cuestión no podía igualarse con los complejos poderes que resguardaban aquellos individuos a los que los humanos denominaban como monstruos. Tales sujetos pronto resguardaron una completa noción acerca de sus habilidades y las obvias debilidades de sus represores.


Aquellos monstruos buscaban someter a los humanos, albergando en lo más profundo de sus corazones un sofocante deseo de venganza que les impulsó a accionar de la manera más déspota, cruel y salvaje. Incontables asesinatos, masacres y genocidios fueron llevados a cabo por aquellos entes sobrenaturales, proclamando así la fuerza que los componía, libertando a las incontables razas que durante años, fueron pisoteadas por unos individuos con cuantiosas debilidades. De esa forma, establecieron un cáustico miedo en la humanidad, la cual, tuvo que cargar con una batalla perdida.

La sociedad humana se situó acorralada, no teniendo más opción que permitirle a aquellos seres subsistir en aquel mundo que pensaban, les pertenecía. Así, con una inestable sociedad, avanzó la historia, donde se concebía a un mundo en el que surgían cuantiosas diferencias que originaban una sofocante distopía.

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