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Nos encontramos en el siglo XXI, en el año 2014 en la exquisita República de Francia.

Oceánico, continental, montañoso o mediterráneo, el clima de Francia es globalmente templado. Disfruta de temperaturas clementes: ni demasiado frías, ni demasiado calientes. Son habituales también las precipitaciones abundantes y una insolación generosa.  En invierno, las nevadas en los macizos montañosos son la alegría de los amantes de los deportes; sin embargo, asegúrate de abrigarte lo suficiente antes de salir, ¡los resfriados están a la vuelta de la esquina! En primavera, En Niza o Cannes aparecen los primeros bañistas. Y a partir de mayo, todo el país va en camiseta. Los días se alargan, llega el momento de las primeras escapadas al campo y los aperitivos en las terrazas.
El verano es cálido y tranquilo. Se broncean las pieles y se llenan las playas. Llega el momento de las grandes excursiones a la montaña y los paseos para descubrir las regiones de Francia.
En otoño regresa la lluvia, y el tiempo se vuelve más fresco a medida que se acerca la Navidad. En todo el país los árboles enarbolan nuevos colores.

Imperios crecen; otros, se desvanecen. París se deslumbra con las últimas estrellas del momento, rostros adorados y afamados, billeteras andantes, nombres reconocidos, autos de lujo y los mejores modelitos de la semana. ¡Víctor Hugo por allá y Dior por aquí!

¡Y el más actual revuelo de París, The Queen’s Pearls Class! Localizado en la bella Francia, este lugar es la sede y punto de reunión de muchas personas, desde las clases sociales más altas hasta los menos afortunados. El proyecto fue pensado para satisfacer las necesidades de las monarquías más importantes de Europa, seis en específico: La casa Windsor, Bernadotte, Wettin, Gluckburg, Wettin y la de Orange-Nassau. Los monarcas vigentes en ese momento se pusieron de acuerdo pues estaba preocupados por el futuro de sus vástagos, ¿la idea principal? Hacerla una casa de verano para la realeza, nobleza y alguno que otro heredero con un buen par de millones en la bolsa, pero después los mismos reyes vieron una forma de conciliar la relación social que había entre las castas de sus países, así que el rango de entrada de sus visitantes se amplió dejando así paso a que intelectuales, tanto como gente común y corriente pudiesen codearse de vez en cuando con potentados apellidos de renombre.

Se abrió por igual ayuda social, trabajo para aquellos que lo quisiese, pero la realidad es que hay un trasfondo mucho más tétrico, y estas familias están dispuestas a lo que sea por no sólo enriquecer sus cuentas bancarias y hacerse de más prestigio y control, sino también hacer durar la denominada sangre azul.

Las condiciones son simples: Los invitados deben ser aceptados y previamente investigados por su casa huésped -después de todo, son los mismísimo reyes quienes escrutan cada expediente y admiten o denegan cada entrada-, de lo contrario se prohibirá el paso, eso incluye también a los trabajadores comunes del lugar. Únicamente lo mejor de cada clase social tiene el privilegio de pisar este singular palacio. Pero recuérdalo, el pase de oro puede convertirse en tu peor humillación y en el más fogoso de los avernos porque, verás, ¡has quedado a merced de los deseos de la élite de las élites! Y querido, no son los más poderosos ni los más dominantes del mundo precisamente por ser buenas personas. ¿Crees que podrás hacerte un lugar aquí, sin costo alguno? Habrá que soportar el peso de la corona.

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