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No puedo creer que seas tu... {Privado}
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Día 564…Cuarto año…
Mei alzó la mirada al reflejo que tenía delante de ella, que era su propio rostro cubierto de esa sustancia similar a la piel humana, pero que servía solamente para disimular la porcelana fina con la que le habían fabricado. Se observó con detalle en esas facciones hermosas y perfectas, pero lo hizo sin vanidad ni egocentrismo, simplemente para recordarse de que estaba viva, de que respiraba, existía y que, de alguna forma, tenía objetivos que cumplir en esa ciudad, o de lo contrario jamás la habrían creado. Eso era lo que le gustaba pensar cuando no le encontraba un sentido único a la vida que llevaba actualmente.
Sin embargo, luego de más de un año en esa ciudad, luego de que la vendieran y le explicaran su nuevo rol en la sociedad de Ratbag, no había conocido ese entorno que le rodeaba. De vez en cuando le permitían salir, pero no más de un par de horas hasta que debía volver a esa mansión de ‘damas de compañía’, el más exitoso y elitista club de la ciudad. Mei se convirtió rápidamente en una estrella en ese lugar, en el objeto selecto y de mayores pretendientes para adquirir sus servicios, pero no era algo que realmente le gustara, ni siquiera llamaba su atención. Ella tenía otros objetivos, o simulaba tenerlos como una distracción para su vida diaria.
Con el tiempo se había ganado ciertos privilegios, y cada tanto tiempo tenía la oportunidad de salir de la mansión para recorrer la ciudad. Y ese día era EL día. Se arregló como si fuera a uno de sus trabajos, aunque con más simpleza y menos lujos que exhibía sobre su cuerpo, apenas con una tela que rodeaba su anatomía, de colores pasteles y dorados, con una cinta roja ajustada a su cintura, pero que de todas formas acentuaba las curvas naturales de su cuerpo, dejando sus tobillos a la vista para no molestarse demasiado en recoger la tela del suelo.
Salió de la residencia unos segundos después, con una sombrilla al costado de su hombro y caminando al lugar incierto para salir al exterior. Ratbag se había desarrollado mucho esos años, y cada vez era más fácil subir y bajar según el gusto de cada persona. Pero Mei quería ver el sol, quería estar en las horas diurnas en esa ciudad, ver el resplandor de un lugar que no conocía, con la fascinación de una niña pequeña que explora, como sus primeros y temblorosos pasos que debían guiar su camino. Una sonrisa adornaba su rostro y a sin titubear se internó en el centro de la ciudad, buscando alguna tienda que fuera de su gusto, aunque cualquier distracción sería suficiente.
Mei alzó la mirada al reflejo que tenía delante de ella, que era su propio rostro cubierto de esa sustancia similar a la piel humana, pero que servía solamente para disimular la porcelana fina con la que le habían fabricado. Se observó con detalle en esas facciones hermosas y perfectas, pero lo hizo sin vanidad ni egocentrismo, simplemente para recordarse de que estaba viva, de que respiraba, existía y que, de alguna forma, tenía objetivos que cumplir en esa ciudad, o de lo contrario jamás la habrían creado. Eso era lo que le gustaba pensar cuando no le encontraba un sentido único a la vida que llevaba actualmente.
Sin embargo, luego de más de un año en esa ciudad, luego de que la vendieran y le explicaran su nuevo rol en la sociedad de Ratbag, no había conocido ese entorno que le rodeaba. De vez en cuando le permitían salir, pero no más de un par de horas hasta que debía volver a esa mansión de ‘damas de compañía’, el más exitoso y elitista club de la ciudad. Mei se convirtió rápidamente en una estrella en ese lugar, en el objeto selecto y de mayores pretendientes para adquirir sus servicios, pero no era algo que realmente le gustara, ni siquiera llamaba su atención. Ella tenía otros objetivos, o simulaba tenerlos como una distracción para su vida diaria.
Con el tiempo se había ganado ciertos privilegios, y cada tanto tiempo tenía la oportunidad de salir de la mansión para recorrer la ciudad. Y ese día era EL día. Se arregló como si fuera a uno de sus trabajos, aunque con más simpleza y menos lujos que exhibía sobre su cuerpo, apenas con una tela que rodeaba su anatomía, de colores pasteles y dorados, con una cinta roja ajustada a su cintura, pero que de todas formas acentuaba las curvas naturales de su cuerpo, dejando sus tobillos a la vista para no molestarse demasiado en recoger la tela del suelo.
Salió de la residencia unos segundos después, con una sombrilla al costado de su hombro y caminando al lugar incierto para salir al exterior. Ratbag se había desarrollado mucho esos años, y cada vez era más fácil subir y bajar según el gusto de cada persona. Pero Mei quería ver el sol, quería estar en las horas diurnas en esa ciudad, ver el resplandor de un lugar que no conocía, con la fascinación de una niña pequeña que explora, como sus primeros y temblorosos pasos que debían guiar su camino. Una sonrisa adornaba su rostro y a sin titubear se internó en el centro de la ciudad, buscando alguna tienda que fuera de su gusto, aunque cualquier distracción sería suficiente.
Invitado
Invitado
Digamos que lo obligaron. Sí, realmente fue obligado a salir… Yasu contaba con la ayuda de muchas personas en su trabajo, y también merecía descansos, últimamente trabajaba mucho. Estar al cargo de Ratbag y de Punce era realmente algo muy pesado, pero nada que no pudiera realizar el vampiro. Era activo en su trabajo y se comprometía en todo lo que hacía, la facilidad de tener más de unos simples 100 años es que aprendes a cómo comportarte bajo presión, estrés e incluso con un tiempo limitado de tiempo. Cuando se es un vampiro puedes pasar literalmente un mes sin dormir, sin comer sin tan siquiera despegarte del trabajo. ―Te has vuelto un adicto al trabajo― Comento su hijo mientras este le daba una mordida a una manzana y se la arrojaba al vampiro quien la tomo entre sus manos y siquiera vio cuando Natsuki se la arrojó. El joven pelirrojo rio ampliamente y cruzo sus brazos sobre el pecho. ― Venga tienes que salir, no te quiero ver todo el tiempo metido en la oficina, ni siquiera me dejas tiempo como para poder estar desnudo por la casa. ― Comento obviamente en tono de broma suspirando con fuerzas para acercarse al mayor y ponerse frente a él.
―¿Pasearte desnudo? ― Pregunto el mayor elevando la ceja. ― ¿Me jodes verdad? O es que acaso te gusta que las empleadas te miren o, quizás te gusta que te mire desnudo Alec. ― Le dijo y simplemente largo una risotada aunque Natsuki desvió su mirada ligeramente ruborizado y haciendo un puchero para decir un simple. ―No, es de joda. ¡Pero no iba a eso! Quiero que salgas, está bien que eres un vampiro, pero de todas maneras tienes que salir de una jodida vez. Venga, afuera shuu shuuuu. Hoy es tu día libre, venga salga…. ― Comento el menor sacándolo mientras lo empujaba y no pudo hacer más que simplemente salir de aquella casa. Negó con el rostro, estaba demasiado ocupado con todas las cosas por lo que simplemente salió con la ropa que traía en ese momento. Pantalones de Jeans, remera blanca y un saco negro como siempre se quedaba en casa, medio formal e informal. Ivo-san a su lado lo miro y le sonrió cálidamente. ― Yasushiro-sama ¿Lo llevo a algún lugar? ― el vampiro negó ligeramente con el rostro.
Dicho esto tomó su automóvil y salió para la ciudad, ya se habían mudado a una nueva casa por lo que llegar a Punce ahora se le hacía un poco más fácil mientras que estaba un poco más alejado también, luego de salir de los territorios de su propiedad paseo hasta llegar a aquel lugar. ¿Volvería a encontrarla? Apenas veía los rostros de las personas pasando mientras su automóvil rugía sobre las calles de la ciudad. El sol estaba ligeramente tapada por unas cuantas nubes grises, por lo cual llevar gafas oscuras no sería necesario. En fin… Su automóvil se detuvo una vez más en aquel café, pero negó con el rostro, había tenido suerte de verla dos veces antes no tenía que tentar a la suerte quizás no la encontraría. Estacionó su automóvil en las playas de aquel pequeño centro comercial frente a aquella, su tienda favorita y se adentró buscando la mirada de aquella joven, al poder encontrarse con ella una sonrisa enorme se posó sobre sus labios. ―Bienvenido!― Comento aquella anciana sonriéndole. ― Ella está al final, creo que viene más a menudo y lo ha estado esperando. ― Comento la anciana aunque sin saber, solo era de esas personas que eran demasiado perceptivas y quizás, o quizás no le había atinado… Yasu río ligeramente y fue hasta donde la fémina, de haber sabido quizás hasta un ramo de flores le hubiera llevado. Allí estaba ella fue entonces cuando al acercarse tomó la silla y la corrió para poder sentarse. ― Mei….― Canturreo sonriendo ligeramente. ― ¿Esperabas a alguien?― Preguntó el mayor.
En su pensamiento quería que la fémina diera una respuesta positiva, quizás era ser algo egoísta el querer que aquella morena tuviera solo en sus pensamientos su nombre. Mordió sus labios ligeramente y acomodó su cabello. ― Siendo sinceros no creí que estarías aquí. ― Confesó. ― Pero algo me decía que de todas formas estarías. Sabes, tengo una idea… nuestros encuentros anteriores siempre por una razón u otra o comenzaron o terminaron aquí. ¿No quisieras dar una vuelta conmigo? Si tienes tiempo libre, sino podría pagar por el… ―
―¿Pasearte desnudo? ― Pregunto el mayor elevando la ceja. ― ¿Me jodes verdad? O es que acaso te gusta que las empleadas te miren o, quizás te gusta que te mire desnudo Alec. ― Le dijo y simplemente largo una risotada aunque Natsuki desvió su mirada ligeramente ruborizado y haciendo un puchero para decir un simple. ―No, es de joda. ¡Pero no iba a eso! Quiero que salgas, está bien que eres un vampiro, pero de todas maneras tienes que salir de una jodida vez. Venga, afuera shuu shuuuu. Hoy es tu día libre, venga salga…. ― Comento el menor sacándolo mientras lo empujaba y no pudo hacer más que simplemente salir de aquella casa. Negó con el rostro, estaba demasiado ocupado con todas las cosas por lo que simplemente salió con la ropa que traía en ese momento. Pantalones de Jeans, remera blanca y un saco negro como siempre se quedaba en casa, medio formal e informal. Ivo-san a su lado lo miro y le sonrió cálidamente. ― Yasushiro-sama ¿Lo llevo a algún lugar? ― el vampiro negó ligeramente con el rostro.
Dicho esto tomó su automóvil y salió para la ciudad, ya se habían mudado a una nueva casa por lo que llegar a Punce ahora se le hacía un poco más fácil mientras que estaba un poco más alejado también, luego de salir de los territorios de su propiedad paseo hasta llegar a aquel lugar. ¿Volvería a encontrarla? Apenas veía los rostros de las personas pasando mientras su automóvil rugía sobre las calles de la ciudad. El sol estaba ligeramente tapada por unas cuantas nubes grises, por lo cual llevar gafas oscuras no sería necesario. En fin… Su automóvil se detuvo una vez más en aquel café, pero negó con el rostro, había tenido suerte de verla dos veces antes no tenía que tentar a la suerte quizás no la encontraría. Estacionó su automóvil en las playas de aquel pequeño centro comercial frente a aquella, su tienda favorita y se adentró buscando la mirada de aquella joven, al poder encontrarse con ella una sonrisa enorme se posó sobre sus labios. ―Bienvenido!― Comento aquella anciana sonriéndole. ― Ella está al final, creo que viene más a menudo y lo ha estado esperando. ― Comento la anciana aunque sin saber, solo era de esas personas que eran demasiado perceptivas y quizás, o quizás no le había atinado… Yasu río ligeramente y fue hasta donde la fémina, de haber sabido quizás hasta un ramo de flores le hubiera llevado. Allí estaba ella fue entonces cuando al acercarse tomó la silla y la corrió para poder sentarse. ― Mei….― Canturreo sonriendo ligeramente. ― ¿Esperabas a alguien?― Preguntó el mayor.
En su pensamiento quería que la fémina diera una respuesta positiva, quizás era ser algo egoísta el querer que aquella morena tuviera solo en sus pensamientos su nombre. Mordió sus labios ligeramente y acomodó su cabello. ― Siendo sinceros no creí que estarías aquí. ― Confesó. ― Pero algo me decía que de todas formas estarías. Sabes, tengo una idea… nuestros encuentros anteriores siempre por una razón u otra o comenzaron o terminaron aquí. ¿No quisieras dar una vuelta conmigo? Si tienes tiempo libre, sino podría pagar por el… ―
A. Yasushiro Osaki
Vampiro
Mensaje : 1957
Dolares : 4524
Habría cruzado la ciudad entera de no ser porque su atención se detuvo en un lugar conocido, o mejor dicho, por la intuición de que ese lugar lo conocía desde antes. Observó la fachada exterior mientras analizaba sus opciones antes de aventurarse a entrar, con la impresión de que en aquel lugar se encontraría más de una sorpresa. La señora que atendía le recibió con una sonrisa sincera y amigable mientras la conducía al interior, al sector más apartado que seguramente sería del gusto de la joven, y así era. Mei aveces buscaba el apartado de la sociedad y de las personas, de sus propios pensamientos, claro que de lo último no se podía apartar mucho, ni siquiera de los pensamientos que la atacaban inconscientemente. Sonrió con gentileza cuando la señora se alejó para dejarla tranquila, observando su entorno con una curiosidad innata.
Ya había estado ahí dos o tres oportunidades antes, así que los detalles que antes se le habían escapado, ahora los admiraba con fijeza y cuidado, grabándolos en una memoria que ya los contenía de antes, pero de manera borrosa y poco visible. Ahora serían parte de sus recuerdos conscientes, de las imágenes que realmente quería tener, en lugar de aquellas que estaba obligada a revivir continuamente. Entrecerró los ojos y volvió la mirada a la ventana, quedándose en esa posición más del tiempo que correspondía, absorta en el mundo que correspondía a su memoria, y no solo a lo que le rodeaba, al exterior físico de su cuerpo… Hasta que escuchó su voz.
- Señor Osaki… - Cuando se había girado a verle, sabía perfectamente el rostro que se encontraría, la expresión de su rostro, incluso esas muecas divertidas que le parecían tan adorables, entrecerrando sus ojos para finalmente regalarle una de sus sonrisas más sinceras, apenas una curvatura en sus labios hacia los extremos de su mejilla, una expresión sencilla y hermosa de ver por su mera simpleza, porque simulaba la más pura tranquilidad en un rostro que había sido fabricado para la adoración…al menos eso era lo que le habían dicho. – No esperaba verle, pero siempre es un placer…
No respondió directamente su pregunta, porque estaba acostumbrada a usar las evasivas en sus respuestas, o intentar omitir cualquier información que pudiera relacionarla con alguien. No era de ese modo porque quisiera ocultarle información al mayor, sino que era más una cosa de costumbre que a esas alturas no podía cambiar. – Tampoco esperaba verle aquí… Verá, hoy me he escapado de nuevo de mis obligaciones, se está haciendo una costumbre que disfruto aprovechar si es que termina en encuentros con su persona. – No se molestaba en ocultar la verdad, porque de nada servía hacerlo, nisiquiera intentaba camuflar la emoción que sentía de volverle a ver, que se dejaba en evidencia en la forma grácil en que se movía en su dirección, que con unos cuantos pasos había acabado frente al mayor, mirándole con fijeza, con ojos dulces y tiernos que ocultaban más de lo que querían decir.
- Es una idea fascinante, Señor Osaki… Pero si me permite… - Antes de darle un sí definitivo, se giró a la vitrina que antes había estado contemplando, extrayendo un pequeño artefacto de joyería que quería adquirir hace semanas, pero que no había tenido la oportunidad hasta ahora. Era un pequeño broche para el cabello que exhibía una hermosa flor de cerezo en la parte superior, y que terminaba en puntas finas y afiladas en oro que se encajaban en el cabello. Lo tomó para indicarle a la señora que atendía el lugar que se lo llevaría, caminando en dirección a la salida como si flotara sobre el suelo. - … ¿Podría ayudarme a colocarlo en mi cabello? Se lo agradecería mucho. – Y en cuanto lo pagó, esperó paciente para que el mayor se acercara, entregándole el pequeño broche entre sus manos, sonriéndole y girándose apenas para ladear su rostro, dejando una posición ventajosa para el propósito que había pedido. – Luego seré toda suya…No habrá necesidad de que compre mi tiempo, se lo estoy regalando.
Y sonrió, porque a la larga, solo podía permitirse ese lujo un par de veces con el mayor, mientras nadie más supiera el secreto que solo ellos dos compartían.
Ya había estado ahí dos o tres oportunidades antes, así que los detalles que antes se le habían escapado, ahora los admiraba con fijeza y cuidado, grabándolos en una memoria que ya los contenía de antes, pero de manera borrosa y poco visible. Ahora serían parte de sus recuerdos conscientes, de las imágenes que realmente quería tener, en lugar de aquellas que estaba obligada a revivir continuamente. Entrecerró los ojos y volvió la mirada a la ventana, quedándose en esa posición más del tiempo que correspondía, absorta en el mundo que correspondía a su memoria, y no solo a lo que le rodeaba, al exterior físico de su cuerpo… Hasta que escuchó su voz.
- Señor Osaki… - Cuando se había girado a verle, sabía perfectamente el rostro que se encontraría, la expresión de su rostro, incluso esas muecas divertidas que le parecían tan adorables, entrecerrando sus ojos para finalmente regalarle una de sus sonrisas más sinceras, apenas una curvatura en sus labios hacia los extremos de su mejilla, una expresión sencilla y hermosa de ver por su mera simpleza, porque simulaba la más pura tranquilidad en un rostro que había sido fabricado para la adoración…al menos eso era lo que le habían dicho. – No esperaba verle, pero siempre es un placer…
No respondió directamente su pregunta, porque estaba acostumbrada a usar las evasivas en sus respuestas, o intentar omitir cualquier información que pudiera relacionarla con alguien. No era de ese modo porque quisiera ocultarle información al mayor, sino que era más una cosa de costumbre que a esas alturas no podía cambiar. – Tampoco esperaba verle aquí… Verá, hoy me he escapado de nuevo de mis obligaciones, se está haciendo una costumbre que disfruto aprovechar si es que termina en encuentros con su persona. – No se molestaba en ocultar la verdad, porque de nada servía hacerlo, nisiquiera intentaba camuflar la emoción que sentía de volverle a ver, que se dejaba en evidencia en la forma grácil en que se movía en su dirección, que con unos cuantos pasos había acabado frente al mayor, mirándole con fijeza, con ojos dulces y tiernos que ocultaban más de lo que querían decir.
- Es una idea fascinante, Señor Osaki… Pero si me permite… - Antes de darle un sí definitivo, se giró a la vitrina que antes había estado contemplando, extrayendo un pequeño artefacto de joyería que quería adquirir hace semanas, pero que no había tenido la oportunidad hasta ahora. Era un pequeño broche para el cabello que exhibía una hermosa flor de cerezo en la parte superior, y que terminaba en puntas finas y afiladas en oro que se encajaban en el cabello. Lo tomó para indicarle a la señora que atendía el lugar que se lo llevaría, caminando en dirección a la salida como si flotara sobre el suelo. - … ¿Podría ayudarme a colocarlo en mi cabello? Se lo agradecería mucho. – Y en cuanto lo pagó, esperó paciente para que el mayor se acercara, entregándole el pequeño broche entre sus manos, sonriéndole y girándose apenas para ladear su rostro, dejando una posición ventajosa para el propósito que había pedido. – Luego seré toda suya…No habrá necesidad de que compre mi tiempo, se lo estoy regalando.
Y sonrió, porque a la larga, solo podía permitirse ese lujo un par de veces con el mayor, mientras nadie más supiera el secreto que solo ellos dos compartían.
Invitado
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Habían salido de la cafetería y se habían topado con una pequeña tienda en donde la fémina al parecer se había tenido, algo había captado su atención y antes de que pudiera hacer algo simplemente la fémina actuó comprando un bello adorno para el cabello. Una sonrisa se posó en sus labios para afirmar con simpleza. ― Tienes un muy buen gusto Mei. Creo que va a destacar muy bien. ― Comento sincero mientras que sus manos se encontraban ahora con el cabello de la fémina, era un cabello tan suave, le recordaba a los hilos de la seda, solo que cada una de las hebras eran fuertes, denotaban un excelente cuidado, el aroma del cabello de la fémina golpeo la nariz del vampiro haciendo que simplemente comenzara a derretirse poco a poco, guardando su compostura sus dígitos tomaron aquel pequeño broche, reemplazando el que ya llevaba con ella por este nuevo, acomodando ligeramente hasta que finalmente quedaba en medio de un pequeño rodete alto haciendo ligera presión para sostener el cabello en alto. No pudo evitar mirar aquel cuello tan delicado de la fémina, sus dedos quizás demasiados curiosos fueron hasta este acariciando con la yema de los mismo.
Cada recuerdo nuevo parecía que iba conectado con un recuerdo antiguo, la piel suave y única de la fémina, el aroma dulce hacían simplemente delirar al vampiro, le recordaba la blanca piel del moreno que había sido su compañía era justamente como la de ella, a excepción de algo. Su calor, aquella piel del moreno, de su Tsuki siempre había sido bastante alta en comparación obvio de la piel del vampiro, sin embargo… la piel de la fémina era fría igual que la propia, aquello hizo que se diera cuenta que quizás estaba yendo demasiado allá, trató de disimular su accionar acomodando el cuello de aquella Yukata. Y así fue entonces cuando se puso a su lado, la altura de ambos los hacía ver realmente adorables, una sonrisa se posó nuevamente en sus labios y la invitó a proseguir con su caminar. ― ¿A dónde te gustaría ir?― Pregunto mientras sus pasos sonaban tras ellos, no la invitaría a tomar un té, tampoco la llevaría a su hogar como la vez anterior. Quizás, debía hacer algo más.
Nuevamente se había quedado en silencio, mirando hacia los lados para cuando se frenó en una florería y entro a la misma para comprar unos cuantos lirios. Pagó de forma rápida y se los entregó a la fémina para luego ponerse nuevamente en su lugar. ― Quiero que me lleves frente a tu jefe. ― Comento mientras una amplia sonrisa se formaba en sus labios, quizás no sabía si la fémina tenía o no idea que su jefe no era más que el hermano gemelo de Yasu, sus ojos nuevamente se encontraban con los ojos de ella regalándole una sonrisa sincera. ― Quiero que me lleves a él, entonces podría pagar por ti. Quiero sacarte de esa mugre y quiero que vivas conmigo, pero, si no quiere dejarte ir entonces podríamos intentar llegar a un acuerdo. ¿Qué piensas de eso? ― Quizás era muy repentino, y hasta estaba la maldita posibilidad de que nuevamente Shinichi comenzara a chantajearlo, ahora sería mucho más problemático, si alguna de las mafias se enteraba que frecuentaba a una señorita de compañía seguramente buscarían hacerle daño, y realmente aquello era lo último que deseaba, no podía siquiera concebir la idea de que algo sucediera con la fémina. ― Sé que es muy pronto aún, pero creo que si tu lo deseas podría ayudarte a salir de aquel agujero para que estes simplemente para mi. ―
Recordó en ese tiempo en donde Yasu había comenzado a pedir siempre la compañía de Tsuki, en donde siempre incluso solían brindarle otras señoritas más para cuando aún estaba estudiando y simplemente el mayor siempre esperaba a por él, los primero tiempos fueron malos, no sería hipócrita. Pero si todo aquello que estaba pasando era cierto, quería remediarlo, quería que Mei tuviera la mejor desde este nuevo inicio. ― Realmente deseo ser el único dueño de tu tiempo…― comento dejando salir un ligero suspiro de entre sus labios, su mano derecha buscó la fría pero suave mano de la fémina, enredando sus dedos con los contrarios en una suave caricia.
Cada recuerdo nuevo parecía que iba conectado con un recuerdo antiguo, la piel suave y única de la fémina, el aroma dulce hacían simplemente delirar al vampiro, le recordaba la blanca piel del moreno que había sido su compañía era justamente como la de ella, a excepción de algo. Su calor, aquella piel del moreno, de su Tsuki siempre había sido bastante alta en comparación obvio de la piel del vampiro, sin embargo… la piel de la fémina era fría igual que la propia, aquello hizo que se diera cuenta que quizás estaba yendo demasiado allá, trató de disimular su accionar acomodando el cuello de aquella Yukata. Y así fue entonces cuando se puso a su lado, la altura de ambos los hacía ver realmente adorables, una sonrisa se posó nuevamente en sus labios y la invitó a proseguir con su caminar. ― ¿A dónde te gustaría ir?― Pregunto mientras sus pasos sonaban tras ellos, no la invitaría a tomar un té, tampoco la llevaría a su hogar como la vez anterior. Quizás, debía hacer algo más.
Nuevamente se había quedado en silencio, mirando hacia los lados para cuando se frenó en una florería y entro a la misma para comprar unos cuantos lirios. Pagó de forma rápida y se los entregó a la fémina para luego ponerse nuevamente en su lugar. ― Quiero que me lleves frente a tu jefe. ― Comento mientras una amplia sonrisa se formaba en sus labios, quizás no sabía si la fémina tenía o no idea que su jefe no era más que el hermano gemelo de Yasu, sus ojos nuevamente se encontraban con los ojos de ella regalándole una sonrisa sincera. ― Quiero que me lleves a él, entonces podría pagar por ti. Quiero sacarte de esa mugre y quiero que vivas conmigo, pero, si no quiere dejarte ir entonces podríamos intentar llegar a un acuerdo. ¿Qué piensas de eso? ― Quizás era muy repentino, y hasta estaba la maldita posibilidad de que nuevamente Shinichi comenzara a chantajearlo, ahora sería mucho más problemático, si alguna de las mafias se enteraba que frecuentaba a una señorita de compañía seguramente buscarían hacerle daño, y realmente aquello era lo último que deseaba, no podía siquiera concebir la idea de que algo sucediera con la fémina. ― Sé que es muy pronto aún, pero creo que si tu lo deseas podría ayudarte a salir de aquel agujero para que estes simplemente para mi. ―
Recordó en ese tiempo en donde Yasu había comenzado a pedir siempre la compañía de Tsuki, en donde siempre incluso solían brindarle otras señoritas más para cuando aún estaba estudiando y simplemente el mayor siempre esperaba a por él, los primero tiempos fueron malos, no sería hipócrita. Pero si todo aquello que estaba pasando era cierto, quería remediarlo, quería que Mei tuviera la mejor desde este nuevo inicio. ― Realmente deseo ser el único dueño de tu tiempo…― comento dejando salir un ligero suspiro de entre sus labios, su mano derecha buscó la fría pero suave mano de la fémina, enredando sus dedos con los contrarios en una suave caricia.
A. Yasushiro Osaki
Vampiro
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Vie Abr 17, 2020 10:46 am por Kakyoin Noriaki
» Afiliación Normal (Rinaru)
Mar Abr 02, 2019 2:53 pm por Invitado
» Red Miles RPG [Re-Afiliación Élite / Cambio de Botón]
Lun Mar 25, 2019 8:44 am por Adrian E. Reddington
» Registro de Razas
Lun Mar 04, 2019 12:06 am por A. Yasushiro Osaki
» Registro y reserva de PB
Lun Mar 04, 2019 12:04 am por A. Yasushiro Osaki
» Zeitgeists [Normal]
Sáb Feb 09, 2019 7:35 pm por Adrian E. Reddington
» ¿Le gustaría una tacita de café~? (?
Jue Feb 07, 2019 6:04 pm por A. Yasushiro Osaki
» Invitación {Directorio de rol}
Vie Nov 09, 2018 5:15 pm por Invitado
» I need you.. or maybe not? | Búsqueda de rol-relaciones.
Vie Nov 02, 2018 5:53 am por Mikhäil T. d’La Sèrre