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Nice to meet you. Welcome back again -Priv.-
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“Quizás hoy tampoco sea una mejor persona. Pero quizás mañana…”
Siempre que tenía un poco de tiempo volvía hacia aquellos lares. No era como si le disgustara volver a sus raíces, sino todo lo contrario. Ir allí y ver qué tal se manejaban las cosas, incluso ayudar como muchas veces lo había hecho le resultaba verdaderamente satisfactorio. Quería despejar su mente, demasiadas cosas en muy poco tiempo, ahora mismo el moreno se sentía como un idiota, aunque mantuvo su sonrisa como siempre. Ivo-san sabía que algo sucedía con él, incluso varias veces le preguntó si iba a tomar acciones contra ella o contra su hermano… “No, aún no” Respondía y volvía a sus deberes. Sabía muy bien que quizás debería de dejarlo pasar, sería perder tiempo y dinero, aquellos dos no eran más que un desperdicio…
La lapicera se movió de aquí para allá y el sonido de la punta pasar sobre la hoja de papel era lo único que sonaba en aquel lugar. Las cortinas cerradas solo dejaban entrar un ligero punto de luz, solo con ello el moreno se había dado cuenta que otro día había comenzado. La puerta del otro lado sonó varias veces, no seguidas pero si lo suficientemente fuertes y a tiempo como para que Yasu elevara su rostro y mirase. ― Adelante― Dijo sin más, su voz sonó tenue, casi apagada sin mucho ánimo para ser sinceros. ― Señor, había prometido que iría a hacer una visita en el hospital.― Le recordó el anciano mientras le ponía la charola de plata frente a él, sus manos fueron rápidas y cuidadosas con los papeles con los cuales el vampiro trabajaba, Ivo-san sabía muy bien lo meticuloso que era el moreno con sus cosas. Éste, Yasu miró las hojas y luego su taza de té rojo, inspiró y sus pulmones se llenaron de aquel aromático y dulzón sentir. Sus manos fueron hasta donde sus hebras azabaches llevándolas hacia atrás, para luego quitarse los lentes y frotarse los ojos. ― Lo había olvidado completamente. Ya siquiera sé qué día es.― Comentó sincero tomando la taza de té y finalmente acomodándose en su sillón por mientras daba sorbos.
―Estamos en 14 de Octubre, mañana es su cum…― Comentó el hombre a lo que Yasu le interrumpió.
―Aún recuerdo que día es mi cumpleaños.― Contestó regalándole una sonrisa. ― Creo que mi regalo adelantado entonces será ir al hospital.―
―Pensar que hay gente que detesta ese lugar.― Susurró Ivo-san para abrir las cortinas.
―Ivo-san…― Musitó a regañadientes.
―Discúlpeme.―
De aquello no se volvió a hablar, luego de tomar aquel té salió de su oficina y se encamino hasta donde su habitación, buscó la ropa y finalmente fue a darse una ducha. Su rutina no siempre comenzaba de aquella manera, pero últimamente sus horarios eran totalmente desastrosos. Cuando salió de la ducha fue a su habitación a cambiarse a nueva cuenta, llevaría un conjunto de pantalón y saco de vestir negro, bajo una camisa blanca y corbata en la misma gama, sus zapatos haciendo juego. Al salir de allí en el pasillo se encontró con Natsuki quien le saludaba de forma alegre, por lo menos en aquel hogar habían personas con humor fantástico. Natsuki y Alec parecían haber arreglado toda problema que ambos venían teniendo, aquel drama finalmente había terminado… aunque si se ponía a pensarlo, realmente nunca supo porque terminaron así, suponía que habían temas en los cuales simplemente no podía meterse, Natsuki ya había cumplido 17 años… Ya no era un niño. ―No faltes a clases.― Le dijo para cuando bajó las escaleras, allí abajo en el pasillo nuevamente se encontraba Ivo-san, el mismo le hizo una reverencia y le invitó a que ambos salieran de la casa. No hacía falta decir palabra alguna, en la mañana habían arreglado el destino.
Si bien la nueva casa estaba un poco alejada, solo se demoraron unos 10 minutos más que antes aproximadamente en llegar al hospital. No había ido desde que se había cambiado, por lo cual todos los paisajes que visualizaba le parecían nuevos y hermosos. La primavera en Australia era bastante bonita. ―Puedes volver a casa si así lo deseas, estoy seguro que hay cosas que hacer, además no quiero que Natsu falte a más clases.― Le dijo al hombre quien conducía. ―Además estaré un buen rato, si necesito algo o volver a casa simplemente tomaré un taxi. ¿Vale?― Ivo-san lo miró por el espejo retrovisor mientras llegaban a destino, aparcándose en donde solía ser el lugar de Yasu, ladeo los labios y finalmente afirmó con el rostro, no había mucho que discutirle a su amo. Antes que siquiera se diera cuenta el moreno ya estaba fuera del automóvil dirigiéndose a la entrada del hospital, siempre olía tan limpio… Al menos continuaban con el ritual estricto de limpieza que había impuesto hacía unos buenos años, que bueno que se hubiera convertido en costumbre. En la recepción el rostro pareció iluminarse, aquellas mujeres lo conocían muy bien, desde que eran simples enfermeras con pocos años de experiencia y él un recién ingresado médico, ellas también fueron las que lo vieron luchar día a día con la enfermedad de su hijo y con la dolorosa muerte de Tsuki.
―¡Buenos días señor Osaki! ¿Cómo se encuentra? Le tenemos su guardapolvo preparado.― Dijo una de ella a lo cual el moreno les sonrió a todas y recibió aquello, la verdad era que no hacía falta, solo daría unas cuantas vueltas haría unas visitas y ayudaría en lo que pudiera el día de hoy, también evaluaría la calidad de atención y como tenían a los pacientes. Pero de todas maneras lo aceptó y se lo colocó sobre el saco.
―Buenos días, estoy muy bien por suerte.― Mintió tan bien que siquiera ellas que tanto lo conocieron supieron que estaba mintiendo. ― Muchas gracias, y permiso. Comenzaré con la primera ronda. Continúen amables como siempre.― Canturreo para marcharse de allí. ¿Cuál sería el primer pabellón al cual iría a ver?
- Spoiler:
- Off: Ivo-san es el mayordomo de Yasu, siempre ha estado con él, incluso ha estado con la familia Osaki desde antes que él naciera. Tienen una relación muy cercana, es casi como su padre, pero aún respetan cierta distancia. Solo aclaro por las dudas porque lo nombro varias veces es un pnj bastante importante. Y bueno, Natsuki es el hijo de Yasu.
A. Yasushiro Osaki
Vampiro
Mensaje : 1957
Dolares : 4524
Sus pasos resonaban incesantes en los pasillos húmedos de aquellas oficinas situadas en un sótano, cualquiera pensaría que es un lugar muy peliculero para tener toso aquel mobiliario dispuesto metódicamente en su sitio. De tal forma que cada trabajador tuviera su pequeño lugar, donde hacer sus tareas a gusto, siendo estas bastante variadas. Y los que mas escaseaban eran agentes externos, es decir, personas que se encargaban de trabajo sucio, los exterminadores, investigadores, observadores, etc. Todo lo que tuviera que ver con terceros en persona. Pues Nascita era una de ellas, por eso mismo no se paró en ninguna de las pequeñas oficinas, ignorando las miradas mientras andaba decidida hacía la última puerta de la sala. Había demasiado ruido para su gusto, a causa de eso, su ritmo fue mas acelerado casi al final de su trayecto. Abriendo la puerta con algo de brusquedad, dando a entender que era alguien no violenta si no acelerada.
—Que pronto llegas, como siempre —Comentó alegre su jefe, quien la esperaba sentado en su sillón detrás de un escritorio envidiable, acariciando un gato blanco moteado de manchas negras. Digno de un malo de cine—¿Has tenido problemas para venir? Ah, bueno, se que no me dirás así que iré al grano —El hombre, de aproximadamente 50 años, dejó al gato encima de la madera bien barnizada mientras se acomodaba mejor en su asiento. Escudriñándola con la mirada, llena de experiencia marcada en todas sus facciones, sin borrar aquella sonrisa burlona que lo caracterizaba—Necesitamos que investigues a fondo el historial del gobernador —Supuso que sabía a quien se refería por su cara de sorpresa poco disimulada, a la cual contestó con una carcajada—¡Si, si! A ese. Nos faltan muchos datos en nuestras bases internas, así que requerimos de tus servicios para que te adentres en su vida y así conseguir lo que deseamos con ganas.
—No se si podré realizar dicha tarea —No es que le resultase imposible de asimilar, después de disipar su asombro; si no que el hecho de meterse en la vida de otros no era de su incumbencia ni de su agrado, aunque fuera trabajo de lo que estamos hablando. Ante aquella confesión, su jefe cambio de semblante a uno mucho mas serio teniendo que levantarse para dirigirse hacía a ella con paso lento y controlado. No le gustaba escuchar nada negativo con una de sus misiones así que la reacción ya se la esperaba; Nascita, en cambio, no se inmuto ante el intento de intimidación. No iba a cambiar su frase ni se arrepentía de haberlo dicho con tono calmado, decidido.
—Podrás hacerlo, porque es una misión de las mas importantes que tengo y elegirte a ti para que la desempeñes, debe de llenarte de orgullo. No negarte de esa forma ingrata —La rodeó siendo consciente de que aquellos métodos con ella no servían, era la costumbre mas bien, el caminar y emplear un tono mas rudo. Después de eso, volvió a sentarse en el sillón con aire cansado, suspirando profundamente tratando de calmarse mientras se masajeaba las sienes—No puedes negarte, tenemos nuestros motivos, lo sabes. Así que se buena, no va en contra de tus principios.
—Tch... —No había sido un sonido de molestia, su rostro no había cambiado, solo un touché disimulado. Así que sin mas, asintió leve para, seguidamente, darse la vuelta de forma brusca, como al entrar, con intención clara de retirarse al fin. Aquella charla ya le había molestado, aunque no fuese motivo suficiente para mostrarlo en público. Mucho menos en las zonas de trabajo de los demás, llamaría la atención, mas de lo que ya lo hace, y no le haría nada de gracia. Ya tenía que soportar suficiente en el exterior como para sentirlo allí dentro también. Por lo tanto, nada mas salir del callejón donde se encontraba la entrada custodiada por un guarda/sicario, aspiró profundamente el aire soltándolo poco a poco intentando calmarse; cada vez que iba se alteraba, no comprendía como eran capaz de hacerlo. Increíble.
Al dar el primer paso tras salir, llegó un mensaje a su teléfono móvil que sacó y leyó con rapidez además de borrarlo después; cuestiones de profesionalidad, aunque mas de protocolo. En dicho mensaje aparecían las especificaciones de la misión como lugar, fotos, hora y personas de interés con quienes deberá hablar mucho mas tarde obligatoriamente. Así que debía de ingeniárselas para realizar todos los detalles, sin dejar cabos sueltos o levantar sospechas, cosa difícil pero no imposible. Como se solía decir. Tras ese pensamiento, sabiendo donde tenía que ir, se puso en marcha sin querer perder mas el tiempo en cosas inútiles pero cayó en la cuenta de que el edificio en concreto estaba bastante lejos aun estando en la capital; así que no tuvo mas remedio que coger un taxi, plantándose en el puerta en poco tiempo a eso de los 15 min. Justo a tiempo para observar como el coche donde había llegado el monarca se iba siendo conducido por una persona que le aparecía en el mensaje de antes pero eso sería otro asunto a tratar, ahora mismo su objetivo ya estaba fijado. Por lo tanto, nada mas pagar al taxista, se dirigió hacía la entrada pensando que quizás llamaría la atención con su uniforme pero ya se le ocurriría algo espontáneo, no tenía tiempo y le gustaba su ropa. Por lo mismo, las enfermeras de la recepción clavaron su mirada en ella al segundo de pisar el suelo de aquel hospital, poniendo cara rara después de escanearla de arriba hacía abajo; realmente fue incómodo pero eso no la detuvo. Se tiró del cuello de la camisa, se aclaró la garganta y fue hacía a ellas con semblante serio, aunque tuvo que detenerse antes de llegar puestos que una de las enfermeras le levantó la mano en señal de Stop.
—¿Eres un agente del servicio del Gobernador, verdad? —Parecía que la mujer estaba bastante convencida, además de atrapar la oportunidad con ambas manos, asintió leve con aire de profesionalidad. A lo que respondió con una sonrisa acompañada de un gesto victorioso—¡Lo sabía! Ha ido por allí, acaba de llegar así que lo atraparás rápido, ¡Ánimo con el trabajo! —Sin mas, hizo una pequeña reverencia dispuesta a seguir por el camino que le había señalado, la verdad es que le dio pena engañar a aquellas inocentes enfermeras; pero era su trabajo y debía de cumplir.
No era una mentira demasiado grande, además ellas fueron las que se llevaron tal impresión solo por su vestimenta. Dejando de pensar en eso, abrió las puertas de un pabellón encontrándose con un montón de gente; la mayoría mayores. Echó un vistazo en general pero no vio a la persona que estaba buscando, resopló con paciencia dispuesta a marcharse. "Quizás fue por el otro camino, ya que me encontré con un cruce" pensó meditando su siguiente movimiento cuando sus ojos se dieron cuenta de un problema en aquella sala. Una de las ancianas trataba de tomar una especie de papilla pero con sus manos temblorosas no podía, encima nadie le ayudaba, frunciendo el ceño se acercó a ella agachándose para estar a su misma altura. Suavizando tal gesto por la molestia, agarró el cuenco de la comida junto a la cuchara suavemente.
—Yo le ayudo, señora —Y con una sonrisa leve, trató de darle la primera cucharada.
—Que pronto llegas, como siempre —Comentó alegre su jefe, quien la esperaba sentado en su sillón detrás de un escritorio envidiable, acariciando un gato blanco moteado de manchas negras. Digno de un malo de cine—¿Has tenido problemas para venir? Ah, bueno, se que no me dirás así que iré al grano —El hombre, de aproximadamente 50 años, dejó al gato encima de la madera bien barnizada mientras se acomodaba mejor en su asiento. Escudriñándola con la mirada, llena de experiencia marcada en todas sus facciones, sin borrar aquella sonrisa burlona que lo caracterizaba—Necesitamos que investigues a fondo el historial del gobernador —Supuso que sabía a quien se refería por su cara de sorpresa poco disimulada, a la cual contestó con una carcajada—¡Si, si! A ese. Nos faltan muchos datos en nuestras bases internas, así que requerimos de tus servicios para que te adentres en su vida y así conseguir lo que deseamos con ganas.
—No se si podré realizar dicha tarea —No es que le resultase imposible de asimilar, después de disipar su asombro; si no que el hecho de meterse en la vida de otros no era de su incumbencia ni de su agrado, aunque fuera trabajo de lo que estamos hablando. Ante aquella confesión, su jefe cambio de semblante a uno mucho mas serio teniendo que levantarse para dirigirse hacía a ella con paso lento y controlado. No le gustaba escuchar nada negativo con una de sus misiones así que la reacción ya se la esperaba; Nascita, en cambio, no se inmuto ante el intento de intimidación. No iba a cambiar su frase ni se arrepentía de haberlo dicho con tono calmado, decidido.
—Podrás hacerlo, porque es una misión de las mas importantes que tengo y elegirte a ti para que la desempeñes, debe de llenarte de orgullo. No negarte de esa forma ingrata —La rodeó siendo consciente de que aquellos métodos con ella no servían, era la costumbre mas bien, el caminar y emplear un tono mas rudo. Después de eso, volvió a sentarse en el sillón con aire cansado, suspirando profundamente tratando de calmarse mientras se masajeaba las sienes—No puedes negarte, tenemos nuestros motivos, lo sabes. Así que se buena, no va en contra de tus principios.
—Tch... —No había sido un sonido de molestia, su rostro no había cambiado, solo un touché disimulado. Así que sin mas, asintió leve para, seguidamente, darse la vuelta de forma brusca, como al entrar, con intención clara de retirarse al fin. Aquella charla ya le había molestado, aunque no fuese motivo suficiente para mostrarlo en público. Mucho menos en las zonas de trabajo de los demás, llamaría la atención, mas de lo que ya lo hace, y no le haría nada de gracia. Ya tenía que soportar suficiente en el exterior como para sentirlo allí dentro también. Por lo tanto, nada mas salir del callejón donde se encontraba la entrada custodiada por un guarda/sicario, aspiró profundamente el aire soltándolo poco a poco intentando calmarse; cada vez que iba se alteraba, no comprendía como eran capaz de hacerlo. Increíble.
Al dar el primer paso tras salir, llegó un mensaje a su teléfono móvil que sacó y leyó con rapidez además de borrarlo después; cuestiones de profesionalidad, aunque mas de protocolo. En dicho mensaje aparecían las especificaciones de la misión como lugar, fotos, hora y personas de interés con quienes deberá hablar mucho mas tarde obligatoriamente. Así que debía de ingeniárselas para realizar todos los detalles, sin dejar cabos sueltos o levantar sospechas, cosa difícil pero no imposible. Como se solía decir. Tras ese pensamiento, sabiendo donde tenía que ir, se puso en marcha sin querer perder mas el tiempo en cosas inútiles pero cayó en la cuenta de que el edificio en concreto estaba bastante lejos aun estando en la capital; así que no tuvo mas remedio que coger un taxi, plantándose en el puerta en poco tiempo a eso de los 15 min. Justo a tiempo para observar como el coche donde había llegado el monarca se iba siendo conducido por una persona que le aparecía en el mensaje de antes pero eso sería otro asunto a tratar, ahora mismo su objetivo ya estaba fijado. Por lo tanto, nada mas pagar al taxista, se dirigió hacía la entrada pensando que quizás llamaría la atención con su uniforme pero ya se le ocurriría algo espontáneo, no tenía tiempo y le gustaba su ropa. Por lo mismo, las enfermeras de la recepción clavaron su mirada en ella al segundo de pisar el suelo de aquel hospital, poniendo cara rara después de escanearla de arriba hacía abajo; realmente fue incómodo pero eso no la detuvo. Se tiró del cuello de la camisa, se aclaró la garganta y fue hacía a ellas con semblante serio, aunque tuvo que detenerse antes de llegar puestos que una de las enfermeras le levantó la mano en señal de Stop.
—¿Eres un agente del servicio del Gobernador, verdad? —Parecía que la mujer estaba bastante convencida, además de atrapar la oportunidad con ambas manos, asintió leve con aire de profesionalidad. A lo que respondió con una sonrisa acompañada de un gesto victorioso—¡Lo sabía! Ha ido por allí, acaba de llegar así que lo atraparás rápido, ¡Ánimo con el trabajo! —Sin mas, hizo una pequeña reverencia dispuesta a seguir por el camino que le había señalado, la verdad es que le dio pena engañar a aquellas inocentes enfermeras; pero era su trabajo y debía de cumplir.
No era una mentira demasiado grande, además ellas fueron las que se llevaron tal impresión solo por su vestimenta. Dejando de pensar en eso, abrió las puertas de un pabellón encontrándose con un montón de gente; la mayoría mayores. Echó un vistazo en general pero no vio a la persona que estaba buscando, resopló con paciencia dispuesta a marcharse. "Quizás fue por el otro camino, ya que me encontré con un cruce" pensó meditando su siguiente movimiento cuando sus ojos se dieron cuenta de un problema en aquella sala. Una de las ancianas trataba de tomar una especie de papilla pero con sus manos temblorosas no podía, encima nadie le ayudaba, frunciendo el ceño se acercó a ella agachándose para estar a su misma altura. Suavizando tal gesto por la molestia, agarró el cuenco de la comida junto a la cuchara suavemente.
—Yo le ayudo, señora —Y con una sonrisa leve, trató de darle la primera cucharada.
- Spoiler:
- Siento haber tardado tanto, tuve algunos percances u u espero no haber sido una molestia y que disfrutes de la lectura. Cualquier fallo o duda no dudes en hacérmelo saber ^^
Invitado
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Continuaba dando el recorrido, solo un poco de cosas se podría ver por encima que estaba mal, la verdad es que todo aquello era anotado por el moreno. Pero debía ser optimista, estaba muy bien dentro de todo. Visito diferentes pabellones hasta que finalmente llegó en donde el geriátrico del hospital. Siempre le había gustado hablar con los ancianos, siempre eran amables y respondían con la verdad. A todos les preguntó si comían bien o incluso si los trataban de buena manera. Para cuando salió de allí dentro pasó hacia afuera en donde una fémina ayudaba a darle de comer a una de las abuelas. Le resultó extraño ya que no solían venir visitas a esa hora, pero simplemente se quedó mirándola mientras la anciana sonreía y comía agradecida con la fémina.
―Buenas― Dijo el pelinegro mientras se acercaba a ellas y apoyaba su mano en la espalda de la anciana acariciándola suavemente, la conocía. La habían dejado internada en el hospital, su familia había desaparecido y lamentablemente aquella mujer tenía problemas los cuales le obligaba ir al hospital literalmente todos los días, quizás por eso mismo su familia la había dejado, poco podía hacer por ella más que pedir que la cuidaran como si fuera una más en la familia, aunque claro. Yasu tenía sus tareas y su trabajo el cual lo mantenía muy ocupado… Cuando estuvo al lado de la pelirroja no pudo evitar mirarla, tenía la sensación de haberla visto en algún lado. ¿Aquí mismo quizás?
Un ligero suspiro salió de entre sus labios para cuando la voz del moreno salió a la luz. ―¿Es familiar?― Quizás no la había visto antes o quizás era un familiar de esos que salen por ahí y nunca has tenido idea de ello, una nieta, sobrina o quien sabe qué podría ser de aquella dama. ― Me alegra que hayas venido a verla si es así. ― No espero a que le contestara, Yasu se había emocionado por la idea de que ella fuera a darle un poco de compañía a la dama, pero ella misma fue quien afirmó su cabello rizado gris en el cuerpo del vampiro y sonrió. ― No, no ella no es un familiar. Simplemente apareció y me ayudó con la papilla. Muchas gracias cielo.― La voz de la anciana sonaba temblorosa culpa del párkinson que la aquejaba, más no era excusa para dejar de agradecer.
―Entonces muchas gracias. ¿Puedo preguntar si vienes de visitas?― Pregunto ladeando su rostro para cuando vio a otra de las ancianas que lo llamaban, a lo que hizo una ligera reverencia y luego le acaricio el cabello a la dama junto a él y fue hasta donde la contraria que la había llamado. Desde allí le sonrió a la fémina que había dejado atrás, entreteniéndose ahora con la mujer que le preguntaba si le iban a dar caricias también. Yasu realmente tenía mucho aprecio por los ancianos, pese a todo el dolor y todo el drama que llegaba consigo, siempre lograban sacarle una sonrisa y hacerle olvidar de todo.
―Perdona que te moleste, pero podrías pasarme el estetoscopio que esta sobre aquella mesita?― Preguntó mientras señalaba la mesa cerca de ella, sabía que no era lo que tenía que hacer la fémina. Pero no había ninguna enfermera cerca. ― ¿Vienes seguido por aquí?― Le preguntó mientras tomaba la mano de la mujer para tomar su temperatura, era algo complicado cuando él era un vampiro, pero de todas formas la practica le había hecho que se diera cuenta aún más fácil comparándola con su temperatura. ― A los abuelos siempre les hace bien que lo vengan a ver. Se ponen muy contentos, además. Son todos muy buena gente aquí.―
―Buenas― Dijo el pelinegro mientras se acercaba a ellas y apoyaba su mano en la espalda de la anciana acariciándola suavemente, la conocía. La habían dejado internada en el hospital, su familia había desaparecido y lamentablemente aquella mujer tenía problemas los cuales le obligaba ir al hospital literalmente todos los días, quizás por eso mismo su familia la había dejado, poco podía hacer por ella más que pedir que la cuidaran como si fuera una más en la familia, aunque claro. Yasu tenía sus tareas y su trabajo el cual lo mantenía muy ocupado… Cuando estuvo al lado de la pelirroja no pudo evitar mirarla, tenía la sensación de haberla visto en algún lado. ¿Aquí mismo quizás?
Un ligero suspiro salió de entre sus labios para cuando la voz del moreno salió a la luz. ―¿Es familiar?― Quizás no la había visto antes o quizás era un familiar de esos que salen por ahí y nunca has tenido idea de ello, una nieta, sobrina o quien sabe qué podría ser de aquella dama. ― Me alegra que hayas venido a verla si es así. ― No espero a que le contestara, Yasu se había emocionado por la idea de que ella fuera a darle un poco de compañía a la dama, pero ella misma fue quien afirmó su cabello rizado gris en el cuerpo del vampiro y sonrió. ― No, no ella no es un familiar. Simplemente apareció y me ayudó con la papilla. Muchas gracias cielo.― La voz de la anciana sonaba temblorosa culpa del párkinson que la aquejaba, más no era excusa para dejar de agradecer.
―Entonces muchas gracias. ¿Puedo preguntar si vienes de visitas?― Pregunto ladeando su rostro para cuando vio a otra de las ancianas que lo llamaban, a lo que hizo una ligera reverencia y luego le acaricio el cabello a la dama junto a él y fue hasta donde la contraria que la había llamado. Desde allí le sonrió a la fémina que había dejado atrás, entreteniéndose ahora con la mujer que le preguntaba si le iban a dar caricias también. Yasu realmente tenía mucho aprecio por los ancianos, pese a todo el dolor y todo el drama que llegaba consigo, siempre lograban sacarle una sonrisa y hacerle olvidar de todo.
―Perdona que te moleste, pero podrías pasarme el estetoscopio que esta sobre aquella mesita?― Preguntó mientras señalaba la mesa cerca de ella, sabía que no era lo que tenía que hacer la fémina. Pero no había ninguna enfermera cerca. ― ¿Vienes seguido por aquí?― Le preguntó mientras tomaba la mano de la mujer para tomar su temperatura, era algo complicado cuando él era un vampiro, pero de todas formas la practica le había hecho que se diera cuenta aún más fácil comparándola con su temperatura. ― A los abuelos siempre les hace bien que lo vengan a ver. Se ponen muy contentos, además. Son todos muy buena gente aquí.―
- Spoiler:
- Off: Perdón por lo poco y malo, ando con la inspiración -10000 Prometo mejorar.
A. Yasushiro Osaki
Vampiro
Mensaje : 1957
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La tarde paso sin más. Hablaron y se conocieron un poco más, al cabo de aquella tarde y quizás por X razones salió a la luz la verdadera razón por la cual la fémina había ido, Yasu pensó en aquello que había estado rondando por su mente desde hacía un buen tiempo. Pero… ¿Sería la fémina la indicada para dicho trabajo? No lo sabía, no estaba seguro de ello, más intentó confiar.
Así como había pasado ese día finalmente y luego de aquella jornada el moreno fue hasta su hogar, en donde Ivo-san le prepararía un informe sobre el “historial” de la fémina. Era buena en lo que hacía, si bien algo le decía que quizás era muy joven e inexperta, otra parte le decía que debía seguir adelante para que todos sus fantasmas se marcharan de una maldita vez. Impaciente pasaron los días hasta que finalmente la decisión fue tomada. La contrataría para terminar con su mayor problema… Con Mei, aquella dama de compañía que se había hecho pasar por aquella quien tenía el alma de Tsuki, el solo recordarlo se le hervía la sangre.
Todo Fluyó viento en popa, la fémina trabajaba conforme el moreno se encontraba satisfecho de su avance, pero nunca contó con Shinichi… Al parecer había gastado mucho dinero en la fémina, o simplemente todas sus artimañas que no habían salido bien le habían hecho perder dinero. Se enteró Yasushiro de toda la verdad; “Mei era una doll a quien simplemente le había injertado los recuerdos de Tsuki, pero no propios, sino los que Shinichi sabía de él” Era por eso que no sabía explicar cuando el moreno le exigía respuestas. Durante ese tiempo se sintió aún más idiota, ya sabía todo eso pero confirmarlo lo hacía odiarse aún más. “Mei no solo poseía recuerdos falsos, sino que también serían usados para ir dejando sin un penique a Yasushiro, quien daría todo el dinero del mundo para sacar a Mei del mundo de la prostitución. Todos quedarían felices, Mei no sería más una prostituta y sería La dama mientras que el iluso de Yasushiro sería el hombre más feliz del mundo al recuperar a Tsuki, por su parte Shinichi la mente macabra tras esto, se llenaría una vez más los bolsillos.” Pero no más, aquella fémina terminaría con el problema de raíz. O al menos eso pensó Yasushiro.
Pasaron unos cuantos días en los cuales no supo nada de ella, hasta que finalmente se enteró que había fallado en su misión, no había podido matar a Mei, más encima Shinichi la había matado. No se sabe aún muy bien cómo, pero las malas lenguas decían que Shinichi la había encontrado rondando, le había ofrecido un “trabajo” e inmediatamente se había dado cuenta de las intenciones “Apestas a vampiro de alta clase y tú no lo eres” había dicho y el resto fue historia. Quizás había alguien más que le había pasado información a Shinichi por lo cual el vampiro supo cubrirse y encima truncar una vez más los planes de su hermano…
Yasushiro invadido por la ira buscaría nuevos planes, no se quedaría de brazos cruzados. No ahora.
Así como había pasado ese día finalmente y luego de aquella jornada el moreno fue hasta su hogar, en donde Ivo-san le prepararía un informe sobre el “historial” de la fémina. Era buena en lo que hacía, si bien algo le decía que quizás era muy joven e inexperta, otra parte le decía que debía seguir adelante para que todos sus fantasmas se marcharan de una maldita vez. Impaciente pasaron los días hasta que finalmente la decisión fue tomada. La contrataría para terminar con su mayor problema… Con Mei, aquella dama de compañía que se había hecho pasar por aquella quien tenía el alma de Tsuki, el solo recordarlo se le hervía la sangre.
Todo Fluyó viento en popa, la fémina trabajaba conforme el moreno se encontraba satisfecho de su avance, pero nunca contó con Shinichi… Al parecer había gastado mucho dinero en la fémina, o simplemente todas sus artimañas que no habían salido bien le habían hecho perder dinero. Se enteró Yasushiro de toda la verdad; “Mei era una doll a quien simplemente le había injertado los recuerdos de Tsuki, pero no propios, sino los que Shinichi sabía de él” Era por eso que no sabía explicar cuando el moreno le exigía respuestas. Durante ese tiempo se sintió aún más idiota, ya sabía todo eso pero confirmarlo lo hacía odiarse aún más. “Mei no solo poseía recuerdos falsos, sino que también serían usados para ir dejando sin un penique a Yasushiro, quien daría todo el dinero del mundo para sacar a Mei del mundo de la prostitución. Todos quedarían felices, Mei no sería más una prostituta y sería La dama mientras que el iluso de Yasushiro sería el hombre más feliz del mundo al recuperar a Tsuki, por su parte Shinichi la mente macabra tras esto, se llenaría una vez más los bolsillos.” Pero no más, aquella fémina terminaría con el problema de raíz. O al menos eso pensó Yasushiro.
Pasaron unos cuantos días en los cuales no supo nada de ella, hasta que finalmente se enteró que había fallado en su misión, no había podido matar a Mei, más encima Shinichi la había matado. No se sabe aún muy bien cómo, pero las malas lenguas decían que Shinichi la había encontrado rondando, le había ofrecido un “trabajo” e inmediatamente se había dado cuenta de las intenciones “Apestas a vampiro de alta clase y tú no lo eres” había dicho y el resto fue historia. Quizás había alguien más que le había pasado información a Shinichi por lo cual el vampiro supo cubrirse y encima truncar una vez más los planes de su hermano…
Yasushiro invadido por la ira buscaría nuevos planes, no se quedaría de brazos cruzados. No ahora.
A. Yasushiro Osaki
Vampiro
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Vie Abr 17, 2020 10:46 am por Kakyoin Noriaki
» Afiliación Normal (Rinaru)
Mar Abr 02, 2019 2:53 pm por Invitado
» Red Miles RPG [Re-Afiliación Élite / Cambio de Botón]
Lun Mar 25, 2019 8:44 am por Adrian E. Reddington
» Registro de Razas
Lun Mar 04, 2019 12:06 am por A. Yasushiro Osaki
» Registro y reserva de PB
Lun Mar 04, 2019 12:04 am por A. Yasushiro Osaki
» Zeitgeists [Normal]
Sáb Feb 09, 2019 7:35 pm por Adrian E. Reddington
» ¿Le gustaría una tacita de café~? (?
Jue Feb 07, 2019 6:04 pm por A. Yasushiro Osaki
» Invitación {Directorio de rol}
Vie Nov 09, 2018 5:15 pm por Invitado
» I need you.. or maybe not? | Búsqueda de rol-relaciones.
Vie Nov 02, 2018 5:53 am por Mikhäil T. d’La Sèrre